Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн

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La posición del gobierno ante estos movimientos migratorios fue contradictoria, pues, si bien se formularon ciertas hipótesis favorables a romper el llamado círculo identitario catalán, esto no ha podido ser demostrado, ya que por el contrario eran las mismas autoridades franquistas las que rechazaban ese flujo migratorio, devolviendo en muchos casos a los emigrantes a su lugar de origen. No obstante, algo estaba cambiando en la actitud aislacionista del régimen, pues desde julio de 1951 el nuevo gobierno de Franco se esforzaba en liberar poco a poco el comercio exterior, finalizando de esta forma el periodo autárquico del estraperlo y del mercado negro que culminó en 1953 con la aceptación de ayudas económicas externas a cambio de tener en el territorio nacional bases militares norteamericanas.

Mientras tanto, en Cataluña iba creciendo una cierta conflictividad laboral aumentada por el boicot popular tras la subida del precio de los billetes en los tranvías en Barcelona, siendo este acto la máxima expresión de protesta desde el final de la Guerra Civil y que culmino con una huelga general el 12 de marzo de 1951 que exigía la liberación de los detenidos en las protestas populares que llegaron a tener un seguimiento de más de trescientos mil trabajadores contando no solo en Barcelona, sino también Tarrasa, Badalona, Mataró y Manresa.


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