Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн

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La reacción gubernativa no se hizo esperar incrementándose de nuevo las detenciones y la represión policial, destacando ya por entonces la labor del activista del PSUC, Gregorio López Raimundo49. Estos hechos provocaron finalmente la sustitución del gobernador civil de Barcelona, Eduardo Baeza Alegría50, por Felipe Acedo Colunga, general del Ejército del Aire, conocido como «la Mula» por su enérgico autoritarismo ante la problemática social.

A raíz de estos actos reivindicativos surgieron dentro del movimiento obrero que había participado en la protesta, diferentes grupos activistas de ferviente carisma cristiano, destacando entre ellos las Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Católica (JOC) que llegó incluso a aliarse con el PSUC en la lucha antifranquista.

En 1957, coincidiendo de nuevo con el boicot de la ciudadanía a subir en los tranvías51, hecho que originó nuevamente otra huelga general en Barcelona, esta vez con la importante colaboración estudiantil, tuvo lugar un intento fallido de algunos activistas monárquicos para colocar a Don Juan de Borbón en la Jefatura del Estado aprovechando una escala de este en el aeropuerto de El Prat en Barcelona. En esta acción se contó con la complicidad de monárquicos catalanes como Antonio Mª Muntañola Tey, el Barón de Viver, y con la dudosa aquiescencia del capitán general de Cataluña, Juan Bautista Sánchez González, al que se le atribuye la frase: «Estoy convencido de que Franco ha de marcharse del poder antes de morirse»52. Casualmente, poco tiempo después, este general murió en extrañas circunstancias, constatándose ciertos rumores sobre la participación en estos hechos del general Agustín Muñoz Grandes, jefe de la División Azul y vicepresidente del gobierno entre 1962 y 1967. La viuda del desaparecido general Sánchez fue agraciada con el usufructo de un estanco de tabaco veinte años después53.


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