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6. La distinción que acabamos de hacer entre obra de arte y objeto estético, aunque esté dirigida por el análisis fenomenológico de la relación del sujeto y desde su punto de vista, coincide en muchos aspectos con el de É. Souriau, que con su penetrante «análisis existencial de la obra de arte» diferencia entre «la existencia física» según la cual la obra tiene-un cuerpo, y «la existencia fenoménica», que se manifiesta a los distintos sentidos (La correspondance des arts, pp. 45-72). (Versión castellana: Fondo de Cultura Económica, col. Breviarios, México, 1965). Los otros dos modos de existencia que matiza Souriau «la existencia rica» que es la «del mundo de los seres y de las cosas que el arte manifiesta solo por medio del juego de qualia sensibles» y «la existencia trascendental» que es la del «contenido inefable» de la obra, creemos que pueden vincularse a la existencia fenoménica. De manera que el estudio del objeto estético propiamente dicho debe subsumir los tres grados de la existencia fenoménica, rica y trascendental: precisamente nosotros seguiremos ese camino al estudiar lo sensible, el objeto representado o argumento y la expresión, tres aspectos del objeto estético –más bien que tres planos de existencia– de los que nos esforzaremos en mostrar que el análisis debe clarificarlos, pero que la percepción estética los une al aprehender la «forma». No podemos encontrar en la fenomenología del objeto estético mejor recomendación que la de toparnos con el análisis existencial de É. Souriau; y tendremos ocasión de favorecernos de ello; así indicamos nuestra deuda con un tipo de pensamiento con el que, no lo dudamos, nos encontramos no por una casualidad.

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