Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Después de dos años de duelo, el rey tomó la firme decisión de volver a casarse, y teniendo claro quien sería su próxima esposa volvió al Parque de la Fresneda para visitar a Isabel Osorio, la cual esperaba impaciente la llegada del monarca, convencida de que había llegado el momento de retomar su relación como amantes e intentar obtener, de una vez por todas, el reconocimiento de la paternidad de su hijo Álvaro.
Como siempre la dama esperó al rey en el exterior de la casa junto a la puerta de entrada, engalanada con sus mejores atuendos intentando como siempre resaltar su sensualidad. Estaba entusiasmada con lo que la visita del soberano podía suponer para ella misma y para el hijo de ambos, al que la nodriza mantenía bien visible entre sus brazos.
Todo estaba sucediendo tal y como Isabel había previsto. Llevaba mucho tiempo preparándose para lo que creía que el rey estaba a punto de comunicarle.
– Querida mía, veo que os mantenéis tan espléndida como siempre, incluso me atrevería a afirmar que la maternidad os ha rejuvenecido– empezó el rey con un cumplido que hizo pensar a Isabel que todo transcurría según sus planes -. Y viendo lo que vuestra criada tiene en los brazos, no me cabe duda alguna que estáis criando perfectamente a vuestro hijo, bastando simplemente con observar el saludable aspecto que presenta.