Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Ella dejó que su amante disfrutase del momento hasta que llegó al éxtasis y se derramó completamente en su interior. Ahora sólo había que esperar que la semilla depositada por el rey en el cuerpo de Isabel culminase con el éxito de la fecundación.
Por si acaso y para mayor seguridad, Isabel utilizó todas sus armas de mujer para que, a partir de aquel día, todos los encuentros terminasen con los dos amantes yaciendo rodeados de un deseo y una pasión incontenibles, especialmente para el monarca.
El resultado no se hizo esperar, y a los pocos meses el cuerpo de Isabel comenzó a experimentar una serie de cambios. Lo más notable fue el aumento de sus ya prominentes pechos, no pasando tampoco inadvertido el progresivo aumento de su abdomen semana tras semana.
Como era previsible, el 10 de agosto de 1568, festividad de San Lorenzo, nació un niño al que su madre puso por nombre Álvaro, en honor a su abuelo materno, y Lorenzo por ser el santo del día. Como apellido figuraba Osorio de Cáceres, que era el de la madre, por no conocerse los del padre. A pesar de ello, por toda la corte y otros mentideros, circulaba el rumor muy fundado de que en realidad se trataba de un bastardo del rey. Por ese motivo, Isabel pensaba que el niño debería haberse llamado, Álvaro Lorenzo de Austria Osorio de Cáceres.