Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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– Decidlo ya sin más demora – requirió el monarca.
– Se trata del que desde hace cuatro años ha venido actuando como hombre de confianza y asistente de Juan Bautista de Toledo – dijo el secretario de obras Pedro de Hoyo haciendo una pausa que a Felipe II se le estaba antojando interminable –. Me refiero al arquitecto Juan de Herrera.
El rey ordenó que trajeran a su presencia al candidato. Teniendo en cuenta que la reunión se estaba celebrando en los aposentos provisionales que se habían habilitado en el propio monasterio para el monarca y su corte, Juan de Herrera fue localizado en otra zona del monasterio donde estaba dirigiendo la instalación de una nueva grúa, operación que quedó suspendida hasta su regreso.
– Me han informado de vuestras aptitudes – comenzó el rey a modo de introducción –. Y lo más importante es que gozabais de la confianza de nuestro admirado Juan Bautista.
– Majestad – dijo Juan de Herrera inclinándose ante el monarca -, el maestro Juan Bautista es insustituible, pero estoy aquí a vuestro servicio para cumplir vuestros deseos.