Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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La falta de relaciones sexuales con el rey, no preocupaban en absoluto a Isabel, ya que no sólo había concebido un hijo de sangre real, sino que en esos momento era el único heredero varón vivo del monarca. Tales pensamientos estimulaban a Isabel para no cejar en su empeño de intentar retomar su relación con el monarca.
Estaba convencida que el duelo por la pérdida de la esposa y el hijo terminaría algún día y todo volvería a ser como antes. Incluso, la situación podría mejorar para su propósito final, ya que por el momento no había razón alguna que impidiese que ella se postulase como futura reina, lo que a la vez facilitaría el camino a su hijo Álvaro como príncipe heredero.
Por ello, además de dedicarse a criar a su hijo en el saludable ambiente del Parque de la Fresneda, se acercaba cada semana a las inmediaciones de las obras del monasterio. Su intención no era otra que hacerse la encontradiza con el rey, con el firme propósito de despertar su atención.
En numerosas ocasiones Isabel divisó al monarca, pero nunca consiguió aproximarse lo suficiente para dejarse ver, ya que Felipe II siempre llegaba rodeado de cortesanos. Además, su guardia personal no permitía que nadie se acercase al rey.