Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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– Esta vez no hay intrigas políticas ni razones de estado, me caso completamente enamorado – dijo por fin el rey con toda solemnidad, caminando con las manos entrelazadas a su espalda, con la mirada clavada en el suelo, levantándola esporádicamente cada vez que daba la vuelta y se paraba para observar nuevamente la escena de caza del tapiz, pero evitando en todo momento mirar directamente a su antigua amante.
En ese instante, Isabel se levantó de su sillón con la firme intención de abrazar a su antiguo amante.
– ¡Oh, Majestad! – exclamó Isabel -. No sabéis que dichosa me hacéis sentir con esas palabras.
– ¡Un momento! – dijo el monarca al tiempo que rechazaba con firmeza el abrazo de la dama -. ¿No habréis pensado…? Quizás no me he expresado con suficiente claridad, pero habéis de saber que de quien estoy profundamente enamorado es de mi prima Ana.
Repentinamente, Isabel cambió el rictus de confianza y felicidad, por otro en el que se mezclaban los sentimientos de sorpresa, tristeza y preocupación. Toda la habitación empezó a dar vueltas a su alrededor, no sabía si el monarca seguía hablando, pero ella no escuchaba absolutamente nada. Finalmente, se desplomó en el sillón del que se había levantado súbitamente con la intención de abrazar al rey, lo que le permitió evitar un desmayo inminente, pero sin poder evitar que su mente se centrara en las consecuencias que se derivarían de las manifestaciones del rey.