Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Una vez en España se dirigieron directamente al Monasterio de Parraces, donde el cuerpo se recompuso nuevamente y se introdujo en un ataúd. Ahora ya, sin ningún tipo de ocultación, y una vez trasmitida la noticia a todos los rincones de la península, se inició la última etapa de su traslado definitivo hacia El Escorial.
Durante el trayecto, el cortejo fúnebre con el ataúd de Don Juan y sus leales recibió vítores y aplausos de las gentes apostada a los lados del camino. En algunas poblaciones, incluso las autoridades de las mismas recibieron con honores la llegada de la comitiva fúnebre.
– ¿Por qué no he sido informado de la exhumación y traslado a España del cuerpo de mi hermanastro? – requirió un colérico Felipe II.
– Perdonad Majestad – dijo su secretario nervioso -, pero no hemos tenido conocimiento del hecho hasta que ha salido el cadáver del Monasterio de Parraces.
– ¡Alguien perteneciente al círculo más íntimo de don Juan ha tenido que organizar toda la operación, y quiero saber quien ha sido! – exigió el rey sin disimular su enfado.