Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн

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– Tened en cuenta – continuó el prior con toda la calma propia de su condición – que existe un clamor popular a favor de la figura de don Juan como si de un mártir se tratase. Con un entierro honorable, vos mismo os pondrías al frente de ese clamor ganando para vuestra causa a todo el pueblo.

A regañadientes, el rey aceptó el sabio consejo del prior de los jerónimos, lo cual dejó sin efecto la estratagema del prior de los agustinos para encender la mecha de la esperada revuelta popular.

– Parece que vuestro plan finalmente no se ha desarrollado como esperabais – dijo Isabel al padre Galdeano con cierto aire de frustración.

– Estoy seguro que esa decisión, de no oponerse a la llegada de Don Juan, no se le ha ocurrido al rey. La mente astuta de ese viejo monje jerónimo, ha vislumbrado lo que se podía originar y ha salvado nuevamente a su rey.

Sin más controversias, el 24 de mayo de 1579 don Juan de Austria era enterrado en el Monasterio de El Escorial con los máximos honores.

Aun así, Isabel por su parte quedó bastante satisfecha por la forma en que se habían desarrollado los acontecimientos. Pensaba, que ése era sin duda un hito más para que su hijo Álvaro recibiera algún día, el mismo grado de reconocimiento que había recibido don Juan de Austria. Con ello, tarde o temprano, se convertiría en el infante Álvaro de Austria. Ello, sin embargo, no hizo que en Isabel se aplacase el odio que sentía hacia el monarca y sus queridos jerónimos.


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