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Un año después de terminarse la Biblioteca, se concluyó la Basílica y se puso la última piedra del monasterio, concretamente el 13 de septiembre de 1584, algo más de veintiún años transcurridos desde la colocación de la primera. Al año siguiente, se terminaron los aposentos permanentes de Felipe II y el prior del monasterio informó al rey que el inquisidor general, Gaspar Quiroga, había dado su beneplácito para que se quedaran en la Biblioteca numerosos libros prohibidos adquiridos por el monarca.

Los años siguientes transcurrieron sin sobresaltos dignos de mención tanto para Felipe II, que había adoptado el Monasterio de El Escorial como su residencia permanente, como para Isabel Osorio que seguía residiendo en Madrid cerca del convento de los agustinos.

Ella seguía manteniendo muy buena relación con la orden agustiniana, en particular con el prior, que ya no era el padre Guillermo Galdeano por haber fallecido recientemente. Como nuevo prior de la orden agustiniana, había sido nombrado el padre Demetrio Ulloa, quien sentía la misma animadversión por los monjes jerónimos que su antecesor.


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