Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн
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Y ello me lleva, retrocediendo en el tiempo, a tener que citar algo nada corriente. Al terminar mi quinto curso de bachillerato en el mes de mayo de 1935, por tanto con 15 años, me envió a Barcelona para trabajar en la casa más importante de óptica de España, denominada Central de Óptica Francisco Gómez, que estaba situada en lo más céntrico de la ciudad condal: la Ronda de la Universidad. Me buscó alojamiento en la Vía Layetana y mi horario de trabajo, aunque yo iba para aprender por la amistad entre don Francisco y mi padre, era el mismo que el del resto de empleados: de nueve de la mañana a una y de tres a siete de la tarde. Me colocaron en el taller para dominar todo tipo de reparaciones de gafas y montaje de los cristales ópticos sobre las mismas. Aunque el matrimonio en cuya casa residía tenía instrucciones de que no llegase más tarde de las nueve y media de la noche, en los tres meses seguidos que estuve en la ciudad, la conocí de cabo a rabo. Lo bien cierto es que la mayor parte del tiempo libre lo dedicaba, con algunos compañeros de trabajo, al juego del billar. Algunos sábados y domingos por la noche y con la excusa de que quería aprender a bailar la sardana, que se practicaba en muchas plazas, me gustaba acercarme al ambiente verbenero de las distintas barriadas en fiesta. Por encontrarse cerca de mi residencia frecuentaba la plaza Mayor, la calle de san Fernando, plaza del Ayuntamiento, Generalitat de Catalunya, calle de Escudellers y, especialmente, la Rambla de las Flores y, como cuadro pintoresco, el puerto a la altura de la estatua de Colón donde había una feria de atracciones fija, con sus caballitos, barcas, toboganes, tiro al blanco, etc. Otras veces y alejándome algo más y para hacer mi recorrido completo me gustaba cambiar de barriada y olfateaba pateando la calle de Conde de Asalto, que venía a ser la prolongación del Barrio Chino de Barcelona.