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–Tal vez los cubanos estén dando en el clavo –comentó el Pino.

–Eso parece, pero no tienen más que diez años de haber empezado, aún no se puede decir mucho. Además, algunos síntomas que han aparecido recientemente, son poco alentadores –dijo Raúl.

–¡Ah!, ¿sí? –dijo Gamundi desde la puerta–. ¿Qué pasa?

–Hay una lentitud desesperante en el trabajo. La gente se pasa las horas normales haciéndole al tonto para que le paguen horas extras.

–Pero eso es casi sabotaje en las condiciones de Cuba.

–Claro. Lo grave es que mucha gente hace lo mismo y las pérdidas son dobles: primero, por la pérdida de tiempo en la jornada normal, y luego, por el pago de las horas extras.

–¿Y eso a qué se debe? –preguntó el Pino.

–No lo sé –respondió Raúl–; pero demuestra que en esferas superiores está sucediendo un fenómeno parecido, aunque con consecuencias más graves. Es la actitud típica del burócrata.

–Del burócrata arriba, y del desalentado abajo –añadí.

–Se puede explicar fácilmente esa actitud nociva, como procedente de los residuos dejados por Batista; pero hay más en el fondo, pues durante los primeros años de la revolución el fenómeno era desconocido. ¿Por qué se presenta ahora?


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