Читать книгу Violencia de género: retos pendientes y nuevos desafíos онлайн

24 страница из 105

En último término, en la interpretación de los apologistas, resulta prácticamente imposible determinar cuál es el grado de responsabilidad en los delitos puesto que lo más recóndito del alma humana solo lo conoce Diosssss1.

Resulta de particular interés el episodio, mencionado más arriba, de Lucrecia, heroína para los romanos y culpable de su propia violación en la nueva interpretación cristiana. Para los romanos, Lucrecia es una esposa modelo, silenciosa, cuidadosa de su hogar y preocupada por el esposo guerrero. El ejemplar suicidio, tras ser abusada por Sexto Tarquinio, cambió los destinos de los romanos hasta el punto de terminar con el indeseable régimen de los reyes etruscos y traer la democracia y la libertad con la Repúblicassss1. En el episodio narrado por Livio, los allegados de la noble Lucrecia tratan de disuadirla del suicidio, argumentando que ella no ha consentido su violación: “Solo la mente, no el cuerpo, puede delinquir y falta la culpa donde falta la libertad”: mentem pecaree, non corpus et unde consilium afuerit culpam abesse …ceterum corpus est tantum violatum, animus insons. (Liv. 1, 57-59)ssss1. En cambio, la nueva idea cristiana sobre la fuerza de la pasión erótica parte de que el suicidio de quien sufre una violación no es más que una prueba en su contra; un indicio del sentimiento de culpa experimentado por mostrar placer (y consentimiento) como consecuencia del instinto libidinoso. El obispo Agustín de Hipona, juzga y condena a Lucrecia: Si adulterata cur laudata? Si pudica cur occissa? (“Si es adúltera ¿Por qué razón la celebráis con tantas alabanzas? Si es honesta ¿Por qué se suicidó?”) (Ag. de civ. Dei 1, 19; Tert. Mart. 4, 4). La culpa que sintió Lucrecia tras ser abusada por Tarquino la llevó, según Agustín, al suicidio. En la cultura pagana, la heroína se clavó un cuchillo en el corazón porque no pudo soportar la vergüenza pública y quiso dejar para la posteridad un ejemplo de virtud. La razón del suicidio está en la culpa y mala conciencia: “una mujer cristiana no rinde cuentas ante sus esposos y su padre sino ante Dios que todo lo ve” (Ag. de civ. Dei, 1.16; 18.1). Tampoco había señales en el cuerpo de Lucrecia ni sangre ni máculas de resistencia heroica como sí las hubo en las mártires cristianasssss1.

Правообладателям