Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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De hecho, en el despacho que el magistrado tenía en Dolores, había marcas y huellas de ellas en varios rincones. Desde un pañuelo blanco enmarcado en un cuadro de madera con fondo verde –presente que Chicha le dio el día de su jura– hasta una estampita del guerrillero “Che” Guevara que le obsequió Hebe de Bonafini. Por resguardo, a los pocos meses que comenzó la investigación de espionaje, el juez quitó su pañuelo blanco y lo colgó en un pequeño estudio que poseía en su casa en Chascomús.

El 24 de diciembre de 2015 cuando Alejo Ramos Padilla encendió el televisor y vio que otra vez María Elena Wherli insistía con ser Clara, la noticia le olió mal desde el principio e inmediatamente llamó a Chicha. Sabía que, de haber sido cierto, jamás se habría enterado de esa manera. También habló con su hermano, Juan Martín, periodista y militante de los Derechos Humanos. Durante la Navidad, y cuando el hecho ya era noticia en todo el país, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad de Argentina (CONADI) solicitó que, a través del Banco Nacional de Datos Genéticos, se realizara un nuevo estudio de ADN. El 28 de diciembre se conoció el resultado: dio negativo.

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