Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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En tanto, el juez Ramos Padilla estaba inmerso en su despacho analizando más de un centenar de pruebas que superaban sobradamente el delito de extorsión, transgresión que comenzaba a parecer la menor de todas las cometidas. El magistrado había reorganizado su Juzgado; modificó las tareas de varios empleados y empleadas de las tres áreas que tenía a cargo y los concentró en la Secretaría Penal.

Ramos Padilla contaba con una ventaja; varios administrativos habían vivido el mediático “Caso Coppola” en la década de los 90. En octubre de 1996 quien era juez de Dolores, Hernán Bernasconi, en el marco de una investigación de una presunta organización de narcotraficantes, allanó el domicilio en la costa de Guillermo Coppola, exrepresentante de Diego Armando Maradona. La policía encontró una bolsa con 40 gramos de cocaína dentro de un jarrón. Bernasconi lo sentenció como “jefe de una banda de narcos” y ordenó su detención. Coppola estuvo preso 97 días en Dolores.

La investigación pasó por una veintena de jueces y por cuatro ciudades. Al llegar a juicio oral en Buenos Aires, un tribunal decidió absolver a los acusados y varios investigadores, incluido Bernasconi, terminaron presos. El escándalo fue nacional y los móviles de los canales de televisión estuvieron meses cubriendo el caso y haciendo guardias en la puerta del Juzgado Federal N° 1 de dicha ciudad. Había varios empleados que habían sobrevivido a esa investigación y sabían lo que era estar bajo la lupa de la prensa. Por ello, los primeros días respondieron con creces.

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