Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн

9 страница из 126

Eran pobres en artículos de lujo, pero eran ricos en todo lo que es realmente importante en la vida. Su trabajo en los huertos, o la pesca en el mar, y los animales como gallinas, ovejas, cabras y algunas vacas les proporcionaban todo lo necesario para alimentarse, y si había excedentes se vendían o intercambiaban en el mercado que cada domingo se celebraba en el pueblo más cercano, situado a unos setenta kilómetros, que casi parecían doscientos por aquella tortuosa y peligrosa carretera, y muchísimo más grande que aquella diminuta y perdida aldea. No entiendo cómo los turistas pueden pasar de largo por este enclave, cuyos alrededores son, al menos para mí, un verdadero paraíso. Quizás es un lugar para viajeros y no para turistas, aunque la aldea, en realidad, no se ve desde la carretera. Pero me alegro de ello, es mejor así, aunque no sé si dentro de unos cuantos años el auge del turismo y los especuladores que surgen con esas nuevas tendencias sociales terminarán con la magia de este precioso lugar.

Правообладателям