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Se preparaban dos servicios comunitarios al año. Uno continuo durante el año en poblaciones urbanas pobres y otro en el verano en comunidades rurales. Las misas dominicales del grupo ya no se cantaban con flautas sino con un bajo y una guitarra eléctrica. En las más alegres, un bongó.
En el grupo participaban jóvenes de diferentes lugares de la ciudad. Era reconocido por el entusiasmo y diversidad.
Las amigas decidieron ingresar y probar. Se veía entretenido.
Quedaron en equipos diferentes. Sus respectivas jefas de unidad las presentaron a los jefes de grupo y fueron aprobadas. El grupo de Acción Social completo era numeroso. Contando todos los jefes de equipo más los jefes de las unidades de educación y construcción, llegaba a las ochenta personas.
El servicio anual se preparaba durante todo el año. Albañilería, gasfitería y pintura, por una parte; psicología, manejo grupal y educación por la otra. Para todos era un crecimiento espiritual y desarrollo personal.
Los jefes de grupo y unidades eran elegidos cada dos años entre los más grandes. Les gustaba reelegirse, aunque el recambio ocurría en forma natural una vez que las exigencias de las carreras universitarias ganaban la partida entre el deber y el querer. El asesor espiritual era el único personaje estable.