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El verano siguiente al accidente las amigas quedaron en funciones separadas. Una reforestaría plazas mientras la otra haría talleres para niños y padres. Durante esas tres semanas se encontrarían solo en fogones y juegos nocturnos.

El grupo ofrecía una adolescencia tranquila y estimulante: amigos, sentido, tareas, logros y desafíos.

La mejor amiga de la hija mayor editaba además un boletín quincenal donde se publicaban reflexiones de los equipos; datos relativos a construcción, manejo de vegetales para las plazas que reforestaban. Sumaba poesía mística y algún artículo copiado de otras revistas. El padre Pedro era un excelente columnista y era el editor general. El boletín circulaba gratis entre los miembros del grupo durante el año.

El grupo era una comunidad segura y generosa para crecer con alegría.

Se colaboraba y se competía.

Se aprendía y se enseñaba.

Eran felices.

Cinco

La noche antes del funeral fue pesada, silenciosa. Una pijamada sin música, ni chistes. A eso de la medianoche se apagó la luz.

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