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En cuanto a la consecuencia de la arrogancia, la añorada visibilidad, el llamar la atención, el voltear las miradas hacia mí, he notado mucho que, de una u otra manera, en mi vida diaria y en el coaching cuando no tengo la atención o no veo que esta es generada, hago o comentarios graciosos para que las miradas vengan acá, o soy grosero, fuerte y dominante para generar un poco de molestia, temor o malestar, para que la gente esté pendiente de lo que hago, o con un uso excesivo del lenguaje, la retórica, envuelvo de manera tal que confundo más y deben volver a mí. Y me pregunto: ¿Qué se esconde detrás de querer ser visto? ¿Qué emociones habitan allí? ¿Será que existe un miedo al no ser reconocido? ¿Cuál es la necesidad de figurar? ¿Cuándo no figure y hoy quiero que me vean? Bueno, desarrollémoslo.
Desearía iniciar este espacio pudiendo mostrar un evento fuerte y doloroso que recuerdo, no de muy buena manera, y marcó pautas de funcionamiento en mi familia que fueron difíciles de romper.