Читать книгу Incursiones ontológicas VII онлайн

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Comenzaron las ofensas hacia mi esposa y en mí confluyeron todo tipo de sentimientos y emociones negativos, si bien hoy todavía digo que el comentario de mi esposa fue imprudente, tampoco era válido que por lo que se hubiera dicho, las novias de mis amigos no se hubieran controlado o por lo menos, hubieran sido conscientes que estaban en un lugar ajeno que merecía un mínimo respeto; comencé a sentirme vulnerado, transgredido, tenía la sensación de que habían violado algo que, como persona, tengo como valor estándar en mi vida y es la confianza; la dignidad de mi hogar había sido violentada y con ella, la mía. Mi cuerpo era un mar de sensaciones, definitivamente mis manos, pecho y piernas se rigidizaban, buscaban la manera de estar alerta ante cualquier agresión que pudiera aparecer, se prendió mi mecanismo de defensa, quizás ese en donde la rabia es la protagonista, pero por mi cabeza solo pasaban las imágenes de todo lo vivido con ellos desde hace muchos años; algo me decía que esos recuerdos eran los únicos y últimos que iban a prevalecer; no se hizo tardar y tanta ofensa y palabra descalificadora rompieron el código de amistad, entonces, la dignidad grupal, mi dignidad personal y la construida por mi hogar comenzaron a hacerse respetar; de inmediato, apareció en mí un rabia muy intensa, que me impelió a defender mi hogar, mi cuerpo se llenó de una fuerza violenta, con ganas de salir, el enfoque solo estaba en la mirada, en demostrar un rostro desafiante, sin miedo y con ganas de atacar; desapareció la noción de espacio y tiempo, no existían olores ni aromas, el mareo del licor cesó y toda la atención en mí se centró en el estar alerta para reaccionar frente a cualquier suceso que aconteciera.

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