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Como bien lo expresa Walter Brueggemann, durante años la vida de José no fue más que la suma de sus pequeños temores, sus pequeños rencores y sus pequeños amores (The Threat of Life, p. 12). Hasta el glorioso día en que se vio a sí mismo como parte de un plan tan grande como el Dios de los cielos.

¿Es tu vida la simple suma de tus pequeños temores, tus pequeños rencores, tus pequeños amores? Por la gracia divina, muévete al siguiente nivel: el de los elevados propósitos de Dios para sus hijos en una hora como esta.

Santo Espíritu, capacítame para que, más allá de las pequeñeces del diario vivir, mis ojos puedan contemplar tu gran propósito para mi vida.

20 de enero

Número dos

“Es necesario que él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30).

En una cultura como la nuestra, en la que casi se idolatra al ganador y se subestima al perdedor, ¿a quién podría agradarle ser el número dos, pudiendo ser el número uno? Por esta razón, siempre que pienso en el ejemplo de Juan el Bautista, no puedo evitar sentir una gran admiración hacia este héroe de la fe.

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