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XXIII
Pues que se ha demostrado suficientemente y muestra la definición de nobleza, y en todas sus partes, como ha sido posible se ha declarado, de tal modo, que ora puede verse ya qué es el hombre noble, procedamos a la parte del texto que comienza: El alma de estas bondades adornada; en la cual se muestran las señales por que se puede conocer al hombre a quien se llama noble.
Y divídese esta parte en dos: en la primera se afirma que esta nobleza luce y resplandece manifiestamente durante la vida del noble; en la segunda se muestra específicamente en sus esplendores; y comienza esta segunda parte:
Obediente, suave y pudorosa.
Acerca de la primera parte, se ha de saber que esta divina semilla de que antes se ha hablado, de seguida germina en nuestra alma, creciendo y diversificándose por cada potencia del alma, según las exigencias de éstas. Germina, pues, en la vegetativa, en la sensitiva y en la racional, y se originan por la virtud de éstas otras muchas, enderezándolas a su perfección y sosteniéndose en ellas hasta que, con la parte de nuestra alma que nunca muere, vuelve al cielo, al altísimo y glorioso Sembrador. Y dice esto en cuanto a la primera que se ha dicho.