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Por lo cual dice el apóstol a los Colosenses: «Hijos, obedecer a vuestros padres en todo; porque eso es lo que quiere Dios». Y si el padre no vive, debe prestársele a quien por padre dejó éste en su última voluntad; y si el padre muere intestado, debe prestársele aquel a quien la razón encomienda su gobierno. Y luego deben ser obedecidos los maestros y mayores, a quienes en cierto modo parece estar encomendado por el padre o por quien de padre hace las veces.

Mas como el capítulo presente ha sido largo por las útiles digresiones que contiene, en otro capítulo se argumentarán las demás cosas.

XXV

No solamente este alma de buen natural es en la adolescencia obediente, sino también suave. Cosa ésta que es la otra que se necesita al entrar por la puerta de la Juventud. Es necesaria, porque no podemos tener vida perfecta sin amigos, como en el octavo de la Ética quiere Aristóteles; y la mayor parte de las amistades se siembran en esta edad primera, porque en ella comienza el hombre ya a ser generoso, ya a lo contrario. La cual generosidad se adquiere por suaves costumbres, como son el hablar dulce y cortésmente y el dulce y cortésmente servir y obrar. Y por eso dice Salomón al hijo adolescente:

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