Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Una ira diabólica animó su rostro cuando dijo aquello; su cara se contraía en muecas demasiado horribles para que un ser humano pudiera tolerarlas; pero inmediatamente se calmó y continuó.

—Intentaba razonar… Esta obsesión me perjudica, porque no comprendéis que solo vos sois la única causa de su fuego. Si alguien fuera capaz de ser bondadoso conmigo, yo devolvería entonces esa bondad doblada cien y cien veces; solo por una criatura así, sería capaz de hacer las paces con toda la humanidad. Pero ahora estoy fantaseando con sueños que nunca podrán cumplirse. Lo que os pido es razonable y justo. Solo exijo una criatura de otro sexo, pero tan espantosa como yo. Es un consuelo pequeño, pero eso es todo lo que puedo recibir, y será suficiente para mí. Es verdad que seremos monstruos y que estaremos apartados del mundo, pero precisamente por eso nos sentiremos más unidos el uno con el otro. No seremos felices, pero no haremos mal a nadie y no sufriremos la desdicha que ahora siento yo. ¡Oh… mi creador! Hacedme feliz; permitidme que sienta gratitud hacia vos por ese único acto de bondad para conmigo. Permitidme comprobar que soy capaz de inspirar la comprensión de otra criatura. No me neguéis esta petición.

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