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—Y yo quiero que me dé valor —dijo el León Cobarde.

—Oz tiene una gran caldera llena de valor en su Salón del Trono —le dijo el granjero—. La cubre con un plato de oro para evitar que se derrame. Con mucho gusto te dará un poco.

—Y yo deseo que me mande de regreso a Kansas— expresó Dorothy.

—¿Dónde está Kansas? —preguntó el granjero en tono sorprendido.

—No lo sé —dijo Dorothy con cierta pena—, pero es mi lugar de origen y estoy segura de que está en alguna parte.

—Sin duda alguna. Bueno, el caso es que Oz puede hacer cualquier cosa, así que podrá localizar a Kansas para ti. Pero primero tendrás que verlo, lo cual será una tarea difícil, porque al Gran Mago no le gusta ver a nadie... Pero, ¿qué deseas tú? —preguntó luego, dirigiéndose a Toto.

El perro no hizo más que menear la cola, pues, aunque parezca extraño, no sabía hablar.

La mujer avisó entonces que estaba servida la cena y todos se sentaron a la mesa. Dorothy comió una sopa deliciosa, huevos revueltos y varios trozos de pan muy bien hecho. El León tomó un poco de sopa, aunque no le agradó mucho, diciendo que tenía cebada y que la cebada era para caballos y no para leones. El Espantapájaros y el Leñador no comieron nada, y Toto engulló un poco de todo, muy contento de poder gozar de nuevo de una buena cena.

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