Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

748 страница из 1361

Inmediatamente entró Jossie que se lanzó en carrerilla sobre Dan, fundiéndose ambos en un abrazo.

―Ahora me doy cuenta de que estoy haciéndome viejo ―rio Dan―. Lo que eran unas mocosuelas son ahora unas mujercitas.

Llevando a las dos muchachas cogidas por los hombros, a la derecha la rubia Bess y a la izquierda la morena Jossie, Dan volvió al grupo que estaba en el salón.

Jossie hablaba con entusiasmo.

―Estás altísimo y tan moreno… ¿Sabes? Se me ocurre una idea genial. Vamos a representar Los últimos días de Pompeya. Tenemos el león y los gladiadores. Pero nos falta un hombre de tu color para el papel de Arbaces. Estarás irresistible vestido de egipcio. No lo dudes.

Dan se tapó cómicamente los oídos para evitar aquel diluvio de palabras. Inmediatamente llegaron los Laurence, Meg y su familia, y poco después Nan, seguida del inevitable Tom.

Con todos ellos se formó una tertulia de la que el centro, como es natural, fue Dan. Todos le acosaban a preguntas para que les detallase sus andanzas, y él lo hizo en forma tan amena e interesante, que a todos tuvo subyugados. Las muchachas, impacientes por saber lo que les había traído de aquellas maravillosas tierras; los mayores, admirando la energía y valor de Dan.

Правообладателям