Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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En la estancia entró entonces un hombre, desaliñado, de repulsivo aspecto, que reclamó el niño a la campesina, como padre del mismo. Todos los espectadores que conocían a la señora Meg, y su dulzura y suavidad, quedaron maravillados de la briosa reacción que tuvo en la escena. En su papel se negó a entregar el niño que su hija le había confiado. El malvado amenazó, insultó y, ante su resistencia, trató de apoderarse por la fuerza de la criatura.
La brava abuela se le enfrentó, llegándole a golpear con el atizador del fuego, y el acto terminó con la campesina teniendo a su nieto en brazos, asustado y llorando de verdad, mientras el mal padre quedaba acobardado ante su valerosa defensa.
Los aplausos fueron sinceros y duraderos.
El segundo acto presentó la actuación de Jossie en el papel de Dolly, una muchacha empeñada en marchar a la ciudad, seducida por el lujo y las diversiones. Jossie representó admirablemente su papel, mostrando un desprecio total hacia todo lo del campo. Luego, para tratar de convencer a su madre, se mostró mimosa, seductora, irritada, suplicante, y en todos estos matices estuvo soberbia.