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Después de la fiesta se celebró una animada y suculenta cena a la que todos hicieron honor.

La única excepción fue Jossie, que esperaba el veredicto de la insigne señorita Cameron. Cuando la vio acercarse hacia ella y su madre sintió desfallecer de temor.

―La felicito, señora Brooke. Es usted una actriz formidable. Lo digo de corazón. Sabiendo eso no me extraña que sus hijos hayan heredado tan grandes dotes para la escena.

Jossie abrió la boca para hablar sin conseguirlo. Al fin, con un hilo de voz preguntó:

―Así cree usted que yo…, que yo… puedo ser…

―Sí. Creo en tus condiciones. Tanto es así, señora Brooke, que le pido ya ahora que el próximo verano me la confíe. Las dos en la playa podremos hacer grandes progresos.

Desde aquel momento, Jossie no pareció ser de este mundo, tan y tan contenta estaba.

De regreso a casa, Jo se apretujó a su esposo, más afectuosa que de ordinario.

―En el juego de las estatuas se me ha retratado muy Bien. Pues bien; te prometo que procurará contener mi impaciencia. Te lo mereces.

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