Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
870 страница из 1361
«Todos salvados. Pronto recibiréis cartas.»
La alegría fue indescriptible. Jo pareció salir de un infierno y derrochó vitalidad.
―¡Izad la bandera del colegio! ¡Que repiquen las campanas!
Los escolares más pequeñines entonaron un cántico de acción de gracias, que conmovía por la pureza de las voces y la sinceridad de su sentir.
Las cartas anunciadas no tardaron en llegar también. En una de ellas, Emil daba cuenta del incendio y naufragio, de una manera casi lacónica. En otra, la señora Hardy escribía con elocuencia en términos tan elogiosos para Emil, que enorgullecieron a la entusiasmada comunidad. El capitán ponderaba el valor, pericia y espíritu de sacrificio del muchacho y se expresaba con gran agradecimiento. En cuanto a María escribía con palabras que conmovieron a todos.
Entonces empezó otro tipo de espera. Febril, impaciente, pero alegre y bulliciosa. Todo Plumfield quería festejar a su héroe.
Rob compuso un poema épico, inspiradísimo, al que John puso música con objeto de convertirlo en himno de bienvenida.