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Pero había encontrado un buen aliado en la Biblia, que se había acostumbrado a leer.

―Cuando me vea libre volveré con mis amigos los indios. Trabajaré para ayudarles, porque necesitan ayuda. Enterraré en su comprensión esta mancha de mi vida. Y, cuando haya hecho algo de lo que pueda estar contento, volveré a Plumfield. ¡Antes no!

Estaba totalmente decidido a no volver hasta borrar con algo magnífico aquello que le separaba de sus amigos.

―Conseguiré que se enorgullezcan de mí.

Y al decirlo miraba al cielo como si formulase un juramento, que estaba decidido a cumplir costase lo que costase.

CAPÍTULO XVI

EN EL CAMPO DE TENIS

Plumfield estaba ganado para la causa del deporte. El río en que otrora sólo navegaba un bote cargado de chiquillos se veía concurridísimo de toda clase de embarcaciones de remo, desde el ligero esquife al adornado y cómodo bote de gran capacidad.

Había lugares adecuados para la práctica del baseball, por el que existía gran afición, para el atletismo y para el tenis.

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