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Jo observó a la señorita Cameron y vio que varias veces aprobó con la cabeza la actuación de la muchacha. Ello le complació mucho.

Después de ceder a los ruegos de la hija, la campesina tiene que ceder también a los del hijo, que decide alistarse.

El acto terminó con la viejecita meciendo al nieto, como único consuelo y esperanza.

En el tercer acto, Jossie lució con todo su esplendor. No en vano Jo lo había escrito pensando en este lucimiento. Representaba la vida en la ciudad, las fiestas, las tentaciones y la hipocresía que la bonita e inocente joven encuentra. Y especialmente, una escena dramática en la que al principio se avergüenza de su tosca e ignorante madre que ido a buscarla, pero luego reacciona con gallardía cuando observa que se burlan de ella.

En el quinto, intervinieron Nan y Tom, representando a un médico y una enfermera en un hospital de campaña. La atribulada madre campesina recorre todos los puestos de socorro después de una cruenta batalla, rezando por todos los muertos, aunque no sean sus hijos, «todos son hijos de una madre». Al fin, cuando mayor es su desesperación, encuentra al suyo, vivo pero herido.

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