Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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―¡Quién ha de ser! La señorita Cameron.

Aquella pregunta fue contestada negativamente varias veces. Por fin alguien avisó a la excitada muchacha.

―Jossie, Jossie, ¡ahí está!

Jossie miró discretamente desde detrás del telón. Sí, allá estaba. Radiante, bellísima y elegantemente vestida, sentada en el lugar de honor.

―Sí, es ella. ¡Qué responsabilidad la mía!

John se acercó a su hermana y la encontró temblando de excitación.

―Procura serenarte, Jossie. Lo ha» ces muy bien y a la señorita Cameron le gustará. Pero debes dominar tus nervios. Serían tus peores enemigos.

Unos instantes después se levantó el telón.

La velada se iniciaba con un paso de comedia de época. Alicia era una coqueta marquesa y John un atrevido barón. Sus aventuras hicieron reír con ganas a la concurrencia, especialmente las intervenciones de Jossie en el papel de una pizpireta, curiosa y entremetida doncella que todo lo fisgoneaba. La muchacha dio a su papel una dosis de comicidad y juvenil picardía, que lo hicieron encantador.

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