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Cuando ya la marquesa se rendía al asedio del barón en el escenario se oyó un crujido.

El barón saltó y gracias a su rapidez pudo evitar que el bastidor de uno de los decorados cayese encima de la pareja. La marquesa quedó sin habla.

La inesperada situación complació al público que rio de buena gana ante los esfuerzos de John para enderezar el decorado, mientras la blanca peluca le tapaba los ojos.

Uno de los tramoyistas subió a una escalera por la parte interior, e intentó sujetar el bastidor con tan mala fortuna que se le escapó el martillo.

John estaba debajo y recibió el martillazo precisamente en la cabeza.

Cayó rápido el telón y ocultó a los espectadores una emotiva escena. Alicia había corrido hacia el caído John, y mientras intentaba restañar la sangre que empezaba a manarle de la herida repetía:

―John, John, háblame. Háblame. ¡Por favor!

Hay quien asegura que John tardó en hablar, porque en aquella postura y con la asistencia de Alicia se encontraba como nunca se había hallado.

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