Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Jo pensó que era la ocasión propicia para acercarse a Dan y a Bess. Parecía prudente hacerlo así.

―¿Qué puedo leer, tía? A Dan lo mismo le da una cosa que otra. Mejor que sea corto porque Jossie volverá en seguida.

Antes de que la señora Bhaer pudiera contestar, Dan sacó un libro de debajo un almohadón.

―¿Quieres leerme el tercer cuento de este libro? Me gusta mucho ―pidió el muchacho.

Bess miró con sorpresa el libro.

―¡Me sorprendes, Dan! Nunca hubiera dicho que te gustase eso tan romántico.

―No tenía mucho que leer y casi me lo sé de memoria. Este cuento, El caballero de Aslaugha, me encanta. Creo que Edwualdo es demasiado suave, pero Froda es estupendo. Con sus cabellos dorados, lo imaginaba como tú.

La «Princesita» enrojeció por el piropo.

―Estoy segura que sus cabellos no le fastidiaban tanto como ―a mí los míos. Me recogeré las trenzas.

―¡Oh, no lo hagas! ―suplicó él―. Me gusta verlos brillar así. Además, de esta forma están más en carácter para leer el cuento Rizos de Oro.

Azorada por los cumplidos, Bess comenzó la lectura que Dan siguió con delectación.

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