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―Sé muy bien que nunca podré volver a ser el de antes. Estoy envejecido, y ahora que estoy de nuevo aquí nada me importa. Déjeme quedarme una temporadita más. No muy larga, no. Solamente para que pueda andar un poco más. Luego me iré y nunca volveré a molestarles.

―No quiero que hablemos más, Dan ―cortó Jo―. Estas ideas sombrías se deben a tu debilidad física. Te recuperarás, volverás a estar fuerte y sano y encontrarás la forma de ayudar a tus amigos los indios. Aquella antigua energía la tendrás de nuevo, y ahora estará acompañada de una paciencia que antes te faltaba. No lo dudes ni por un momento, Dan.

Poco después Jo dejaba a Dan, descansado espiritualmente y más animado. Ella, en cambio, tenía un nuevo pesar que sumar a los suyos.

La señora Bhaer contó a su esposo y a Laurie cuanto le acababa de ser revelado. Ambos se conmovieron profundamente por la tragedia. Sin embargo, como Jo había previsto, reaccionaron favorablemente.

Por esto, un rato después, los tres celebraron consejo para determinar qué es lo que debía hacerse para remediar aquella catástrofe.

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