Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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La tranquila actitud de Bess demostraba que no tenía ni la más remota idea de todo aquello. Pero ¿podrían contenerse durante mucho tiempo los expresivos ojos de Dan?
Y cuando se denunciasen, que tarde o temprano ocurriría, ¡qué tragedia para él! ¡Qué violencia para ella!
―¿Qué es lo que puedo hacer? ¿Tendré suficiente valor para hacerlo? ―se decía Jo―. Este muchacho necesita ayuda y, sin embargo, debe intervenirse a tiempo para matarle una ilusión, tal vez la única que tiene, porque es irrealizable.
Bess acabó de leer el cuento. Dan le preguntó:
―¿Te ha gustado también?
―Mucho. Tiene un bello significado. Sin embargo, siempre me gustó más Undine.
―Es muy natural. Parece escrito expresamente para ti. Lirios, perlas, almas y agua pura. A mí me gustaba Sintram. Pero una temporada que estuve…, que estuve un poco triste me aficioné a éste. Me hizo mucho bien. Había como un mensaje que era un aliento espiritual.
Dan hablaba a la muchacha con dulzura, pero se revolvía inquieto en los almohadones. Pensando Bess que deseaba otra clase de distracción cogió el periódico.