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Dan quedó un momento pensativo, luego, ~como si hubiera estado recordando días difíciles, habló nuevamente, con voz enronquecida por la emoción.

―En el penal, cuando la desesperación me aconsejaba barbaridades, cuando sólo proyectaba huir para correr una vida de aventuras, el recuerdo de Bess fue la barrera que me contuvo.

Jo le animó a que hablara con el fin de que encontrase alivio en relatar aquello que durante tanto tiempo le había quemado en su interior.

―Cuéntamelo todo, Dan.

―Usted sabe que nunca fui aficionado a los libros. Sin embargo, por consejo del sacerdote, procuré leer para distraer y alejar los malos pensamientos.

Hizo una pausa, y siguió.

―Tenía la Biblia, que poco a poco fui comprendiendo. Pero tenía también este otro libro de cuentos y leyendas, que me entretuvo mucho. Al principio la narración preferida era Sintram, después, poco a poco, fue este de Aslaugha que me hacía recordar la feliz época del verano último que pasé con ustedes.

Conmovía oír a Dan, siempre fuerte y valeroso. Ahora estaba postrado en el lecho, y recordaba el origen de un sueño romántico que le ayudó a superar la desesperación.

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