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Muchas victorias sobre los moros tejían leyendas.

El impensado triunfo y la inexistencia de bajas cristianas en Jerez fueron atribuidos al auxilio divino. Hubo soldados católicos que aseguraron haber visto en el campo de batalla a su mismísimo santo patrono. Sí, juraron que el apóstol Santiago enarbolaba un estandarte blanco con una cruz roja y con su espada aniquilaba moros a diestra y siniestra sin separarse del jefe Pérez de Castro.

¿Por qué Santiago Apóstol? Además de atribuírsele la evangelización de Hispania, desde los tiempos de Ramiro I de Asturias (790-850) se lo tenía como protector de los cristianos en la lucha por la conquista. Se creía que en la mítica batalla de Clavijo –supuestamente ocurrida en 844– el apóstol había aparecido sobre una nube para socorrer a las tropas del rey asturiano, montando un caballo blanco y ostentando un estandarte de ese mismo color con una cruz roja. La derrota de los islamitas lo impuso desde entonces como “Matamoros”. Y hasta el siglo XIII varios de los triunfos de la cruz sobre la Luna creciente y la estrella habían sido atribuidos a su intercesión durante la lucha.

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