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Después de la victoria de Jerez de la Frontera, Pérez de Castro y su cabalgada se dirigieron al reino de Castilla. Pese a participar en cada embestida de esta campaña al sur peninsular –o quizá solo las presenciara a buen resguardo–, el infante Alfonso había resultado ileso. Y así lo constató su padre el rey, cuando ambos se encontraron en la ciudad de Palencia.

La batalla de Jerez fue el último encuentro campal reñido contra el islam durante el reinado fernandino. A partir de entonces todo se redujo a asedios de ciudades donde se desarrollaban contiendas de escasas proporciones, sin que los musulmanes volvieran a presentar una batalla en campo abierto. Y como consecuencia de esta derrota, se apresuró aún más la descomposición y desunión que limaban el poder musulmán.

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Las alquimias del destino

El germen del Rey Sabio

De todos modos, a Beatriz no le desagradaban sus estancias ocasionales en Burgos, a donde iba junto a su esposo cuando se lo demandaba en la verdadera ciudad cabeza del reino. Se llevaba bien con doña Berenguela o, al menos, no sentía que su suegra se entrometiera en la vida conyugal. Además, a la ciudad burgalesa llegaban emisarios y diplomáticos que le permitían mantener contacto con algunos parientes del Imperio que había sido su cuna. Y para saciar la necesidad de seguir enriqueciendo su cultura, invitaba al palacio a eruditos, trovadores y otros poetas que en peregrinación a Santiago de Compostela pasaban por esa capital. Es factible que se hubiera llevado a muchos de ellos al regresar a Toledo.

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