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Los concejos de toda Castilla y León aportaron dinero, hombres y víveres para la campaña, cuyo punto de concentración era la capital de Córdoba. A la par, se organizaba una flota en los puertos cántabros con trece naves. La comandaba el caballero burgalés Ramón Bonifaz (siglo XII-1256), primer almirante de Castilla, y la integraban marineros santanderinos. Su misión era controlar el acceso por el río Guadalquivir a la ciudad e impedir la llegada de refuerzos y provisiones.

Es factible que la idea de utilizar fuerzas navales haya sido de Alfonso, idea con la cual nació la marina de Castilla.

También se ejecutaron operaciones contra poblaciones que rodeaban la capital hispalense y que fueron rindiéndose. Estas maniobras concluyeron con el largo asedio y la toma de Alcalá del Río, una comarca que funcionaba como punto defensivo estratégico, pues estaba no muy lejos de la entrada a la cabecera de Sevilla.

Nada iba a detener las ansias del rey por concretar esta toma. Ni siquiera la muerte de quien fuera su gran puntal. Sí, porque doña Berenguela falleció el 8 de noviembre de 1246 en Toledo. El rey quizá se dio unos días para asistir a los funerales de la Reina Madre, cuyo cuerpo fue depositado en un sepulcro junto a los de sus padres en el monasterio de las Huelgas de Burgos. Apenas superado el luto, el monarca regresaría sin pérdida de tiempo para no retrasar los preparativos de su gran objetivo en tierras andaluzas.

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