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Además de condenar las ideas de Galileo sobre el movimiento y la posición del Sol, la iglesia argumentó que su “proposición de que la Tierra no es el centro del Universo también es absurda, filosóficamente falsa y teológicamente considerada, como mínimo, falsa”.

Pero ¿dónde sitúan a la Tierra las Escrituras en relación con el cosmos y, aun más, la colocan en el centro? Esa era la posición de Aristóteles, no la de las Escrituras. ¡Qué irónico! Supuestamente para defender la fe, la iglesia acusó a un hombre por oponerse a una teoría científica antigua, una teoría que no solo no se menciona en las Escrituras, sino también se probó que es falsa.

¿Y qué hay del movimiento de la Tierra? ¿No muestran los siguientes textos que, de hecho, no se está moviendo?

Jehová reina; se vistió de magnificencia;

Jehová se vistió, se ciñó de poder.

Afirmó también el mundo, y no se moverá (Sal. 93:1).

Temed en su presencia, toda la tierra;

el mundo será aún establecido, para que no se conmueva

(1 Crón. 16:30).

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