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El Salmo 19 es una expresión poética del poder de Dios según se lo revela en los cielos. Esto es teología, no cosmología. Y usar estos textos para promover una cosmovisión aristotélica es querer extraer de ellos lo que nunca se puso allí en un principio.

¿Qué sucede con textos como estos?: “Sale el Sol, y se pone el Sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta” (Ecl. 1:5). O “El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar” (Gén. 19:23). O “Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba” (Luc. 4:40).

¿Qué hay de ellos? Nuestro uso actual de los términos “salida del Sol” y “puesta del Sol” ¿refleja la realidad de lo que está sucediendo (la rotación diaria de la Tierra sobre su eje, lo que causa que el Sol aparezca en el cielo por la mañana y que parezca moverse por el cielo durante todo el día y que más tarde desaparezca en el horizonte)? Esa realidad con certeza no es lo que nuestras palabras quieren decir. Pero estamos expresando lo que parece suceder. “Salida del Sol” y “puesta del Sol” son maneras fáciles y rápidas de expresar lo que los seres humanos vemos, y no lo que causa estas observaciones en sí.

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