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Quiero por último referirme a un aspecto que me sorprende que no suela siquiera ser mencionado.

Cada vez que hablamos de indígenas acostumbramos a utilizar el mismo tono que emplea la ONU en su Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas75 -lo mismo que los antropólogos clásicos se referían a ´las sociedades primitivas´. Siempre así, en plural. Poniendo todo el énfasis en sus derechos colectivos y en la identidad de pueblos en cuanto pueblos. Convenciones, sentencias, altos comisionados, tesis, proyectos… cualquier cosa referida a ellos estará siempre planteada exclusivamente en su dimensión comunitaria.

Eso está muy bien, pero debería solo sumar y nunca restar. Pareciera que el hecho de pertenecer a determinada etnia hiciera que las potencialidades de alguien como individuo tuvieran menor importancia. Que estuviera mucho más condicionado (¿determinado?) por lo colectivo que un no-indígena. ¿Por qué?

Cada quien es antes que nada una persona única -con todo lo intrapsíquico que eso conlleva-, independientemente de los derechos que (¿nosotros?) hayamos ´reconocido´ a su grupo de pertenencia. Pocos pensarían hoy en Mozart poniendo el acento en que formó parte de la comunidad de Salzburgo del siglo XVIII. Cualquier ciudadano español -o belga- despliega en su vida características individuales que lo habitual es que sean más visibles que las que se le atribuyan como miembro de un colectivo. ¿Un indígena no?

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