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Razones políticas han hecho sin embargo que lo guaraní sea presentado como la quintaesencia de la paraguayidad. El dictador Stroessner -y luego Lino Oviedo, hasta que se despeñó su helicóptero- utilizaron la lengua para generar identidad y promover adhesión al partido colorado (o a la UNACE).77 Puede que el invento electoralmente haya funcionado, pero en realidad tiene poco que ver con los indígenas.

Guaraní no se refiere solo a la identidad, también es el nombre de la lengua. Castellano y guaraní. Ambos mantienen una convivencia complicada (disglosia, la llaman los entendidos); buena parte de la población se expresa en una -o en jopará, la mezcla-, pero luego escribe con la otra.

Resulta extraño saber que cuando se debatió en su día en el Congreso (aún faltaban años antes de que le prendieran fuego) la incorporación del guaraní como lengua oficial del país, todas las intervenciones -incluso las que lo defendían a capa y espada- se hicieron en castellano. O no; al fin y al cabo ésa es también la lengua en la que está escrita toda la burocracia que concierne a la protección de los derechos indígenas.

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