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La situación es conocida y recurrentemente señalada en todos los informes sobre derechos humanos -además, las mujeres suelen sufrir siempre peores condiciones-. La Corte Interamericana ha dictado varias sentencias proindígenas en las que condena al Estado paraguayo. Por ejemplo, a restituir los territorios ancestrales de las comunidades yakye axa y sawhoyamaxa.78

Aclarado lo anterior, la cooperación española formaba parte -y ayudaba a financiar- de un pequeño ejército de instituciones de apoyo. Cada una de ellas con su agenda, prioridades, calendario e instrumentos; pero todas con un discurso común bastante homogéneo, alimentado en lo básico por los convenios internacionales -y muy especialmente por el 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales-.

Bajo ese paraguas han surgido organizaciones con vocación de acompañar a los indígenas de todo tipo: las hay paraguayas y las hay españolas, unas con mucha capacidad y otras que mejor no mencionar. A ello hay lógicamente que sumar las organizaciones indígenas propiamente dichas, que se agrupan a través de una estructura más o menos piramidal (comunidades, asociaciones de comunidades y federaciones de asociaciones de comunidades).

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