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En absoluto estoy a favor de dejar las cosas como están. Margaret Mead o Ruth Benedict cuestionaban sin tapujos que la tolerancia hacia las otras culturas deba ser entronizada como un valor máximo. Y Fernando Savater es de la misma opinión:

…las costumbres no tienen por qué ser respetadas como si fueran vacas sagradas.

Si nuestro discurso choca frontalmente con otras concepciones del mundo puede que sea bueno imponerlo (y desde luego es más eficaz hacerlo a golpe de subvención que mediante la cruz y la espada -como en las cruzadas o como en Irak-). Otra cosa es que un mínimo de honestidad obligaría a reconocer que lo estamos haciendo.

Por otro lado, está pendiente la reflexión de en qué medida al acercarnos a los indígenas no forzamos el uso de categorías que nada tienen que ver con ellos. Hay antropólogos que han creído ver la existencia de un proletariado ayoreo79 y la CUT-A (Central Unitaria de Trabajadores Auténtica del Paraguay) pretendió en su día promover un sindicato indígena que les defendiera de posibles abusos por parte de los menonitas. Claro, no funcionó.

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