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Un precursor

Si hemos de fiarnos de él -y creo que es preferible hacerlo con alguna prevención, no vaya a ser que su afán de notoriedad lo lleve a apuntarse en la cuenta tantos de más-, la mayor parte de la simbología del régimen franquista fue de su inspiración. Puede ser cierto.

Veámoslo.

Muchos de los 27 puntos de Falange estaban ya sugeridos en La nueva catolicidad.25

Yo le atribuyo especialmente -aunque reconozco que no estoy en condiciones de asegurarlo- la autoría del principio de Falange que a mí más me gusta, el número dos. Estoy convencido de que ése es además el origen (en una evolución que ha dado bastantes tumbos) de lo que con los años acabaría institucionalizándose como agencia de cooperación española, la AECID, para la que trabajo desde hace década y media. Pero eso lo comentaré en otro momento.26

El principio falangista al que me refiero es ése que asegura que España es una Unidad de Destino en lo Universal.

Estos días tan convulsos en Cataluña resulta inevitable relacionar aquella consigna con el actual conflicto independentista, e interpretar las tres palabras mayúsculas (Unidad, Destino y Universal) como un intento -a medio camino entre lo nostálgico, lo ontológico y lo político- de demostrar que la España imperial de los siglos XVI a XIX habría sido la madre de otra cosa. La relación no está tan cogida por los pelos como parece. A fin de cuentas el Estado Catalán ya había sido proclamado en 1934. Los padres de Puigdemont, si habían nacido, serían entonces niños pequeños.

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