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En lo que respecta al convento, tardó en volver a ser abierto hasta 1948, que lo hizo convertido en seminario de misioneros.
Los de Lope y de Manrique no son los únicos versos en que se menciona a Ocaña. Revisando en la hemeroteca encontramos otro poema:
Muy de mañana,
aún de noche,
antes de tocar diana,
como presagio funesto
cruzó el patio la sotana.
¡Más negro, más, que la noche
menos negro que su alma
el cura verdugo de Ocaña!
En varios textos aparece que entre los años 1939 y 1959 fueron asesinados en Ocaña cerca de 1.300 presos políticos. Parecen muchos. No estoy seguro de cuán fiable sea la fuente original. He encontrado repetida la cifra en La España salvaje,77 en un artículo de Público78 y en varias páginas web.
Parece que aparte de sus tres conventos y la hermosa plaza, Ocaña cuenta también en su cementerio con tres grandes fosas comunes. Se dice además que el encargado de dar el tiro de gracia a los sentenciados a muerte fue durante años el capellán de la prisión. Lo cuenta en sus memorias un antiguo preso del PSUC llamado Miguel Núñez.79