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Entre las rimas de Manrique y las de Lope, a mediados del siglo XVI, se construyó en el pueblo el convento de Santo Domingo de Guzmán; el mismo en el que se harán frailes dominicos muchos jóvenes asturianos.

Los entendidos dicen que el valor artístico del convento es extraordinario. Destaca en el conjunto -aseguran- el claustro de Alonso de Covarrubias y sobre todo el coro, esculpido en madera de nogal en 1573.

Su historia no es menos interesante. El terreno sobre el que fue construido lo cedió Juana, la hija de los reyes católicos y madre de Carlos V que pasó a los libros de historia con el sobrenombre de la loca y permaneció buena parte su vida encerrada en Tordesillas.

Demos un salto de dos siglos y medio. Ahora, hacia delante. En 1836 se inauguraba en París el Arco del Triunfo. El nombre ´Ocaña´ fue grabado en él, en recuerdo de la victoria que las tropas napoleónicas habían tenido allí en 1809. Parece que Napoleón fue un poco tramposo y en la lista del arco se apuntó más de la cuenta -grabando en piedra como victorias triunfales algunas batallas que no lo fueron-.72 Sin embargo en el caso de Ocaña no hay duda alguna. Al general español Aréizaga le dieron por todos lados -sobre todo a sus soldados, que se estima sufrieron más de 4.000 bajas y entre 15 y 20.000 prisioneros-. No está mal para un pueblo que en el censo de 2018 no contaba más de 11.000 habitantes.73

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